FICCIÓN - LARGOMETRAJE
Normalmente el espectador de una película valora la fotografía de la misma desde un punto de vista esteticista y nunca narrativo, si bien los directores de fotografía sabemos que la buena fotografía reside en su carácter precisamente narrativo, donde forma y contenido son inseparables, y no la apariencia bella o hermosa de la imagen. Las apuestas esteticista en la fotografía cinematográfica solo llevan al ocultamiento de la narración, de su discurrir y desarrollo. Mama es Boba fue una interesantísima propuesta de Santiago Lorenzo para crear una estética de lo feo, una estética que no niega la belleza y su forma vigente sino que simplemente la desconoce. Esto permite acercarse a los personajes no desde un punto de vista irónico, crítico o burlesco sino con cariño y compresión. Así junto con la decoración y el magnifico vestuario conseguimos hacer un discurso visual donde lo mezquino se convierte en cómico y donde la maldad con letra pequeña se convierte en farsa. Dos ambiente en la película. Por un lado el exterior de Teleaqui, donde los espacios pequeños, pobremente iluminados y amarillentos/anaranjados van mostrando a los personajes en sus muy inocuas ambiciones. Por otro lado Teleaqui, lugar de sombras duras, mayor contraste y casi diría que surrealista, donde la ambición se vuelve farsa. El mundo de teleaqui solo existe en la mente de la protagonista y es por ello que la iluminación tiende a ser puntualmente brillante y contrastada (por ejemplo en los despachos). Los exteriores de la película son pobres de luz, con cielos cubiertos, de noche o a últimas horas del día, prolongando así la sensación de los interiores de la casa.